En la penumbra de la cueva del alma, donde el fuego eterno arde sin llama, escucho el susurro de tierras lejanas, de vidas que se entrelazan en el tejido del destino. Son ecos de un pasado ancestral, voces de seres que habitan en el umbral de lo conocido y lo desconocido.
He descubierto que el universo interior es un vasto cosmos de sabiduría y poder, un espejo del universo exterior que se refleja en el alma del buscador. En este espacio sagrado, el bruxo danza entre los mundos, tejiendo un puente de luz entre el aquí y el allá, entre el ahora y el eterno presente.