Del Misterio de la Fascinatio Solitaria
El ejercicio de la autofascinatio es, en parte, el mismo que los mortales ordinarios denominan visio interior, y consiste en una serie de ritos que conducen al alma hacia un estado de quietud profunda y de alteración sacra. Este opus se inicia con una relaxatio corporis, un sosiego que desciende desde la carne hasta la más íntima fibra del ser. Le sigue la deminuere mentis velocitatem, esto es, una sutil disminución de la frecuencia mental, acompañada de una forma de enajenación mediante la recitación de un mantra sacrum o la contemplación de un symbolum radiantem.
A este proceso primigenio se añade un rito de excitamentum mentis, que a menudo se alcanza mediante gestos simples pero profundos: una sonrisa serena, el giro de los ojos hacia el céfiro celestial o la sensación de un flumen energiae recorriendo la columna vertebral como un torrente sutil de fuego etéreo. En este trance, la fascinatio abre las puertas a un status alteratus conscientiae, que se manifiesta a menudo en la sensación de levitar, contemplarse a sí mismo desde el æther, inflarse como un globus divinus o experimentar percepciones que trascienden la naturaleza ordinaria del propio ser.
De Piscatio in Universum
Una vez alcanzado el estado de autofascinatio, un momento que debe ser deleitoso en sí mismo como un canto de sirenas al navegante perdido, el fascinatto prosigue su viaje como quien zarpa hacia la pesca de tesoros ocultos en el abismo del universo interior. En esta empresa, se recolectan experiencias tan vividas como la luz al alba: imaginibus miris, voces resonantes, diálogos de profundo significado, frases enigmáticas e ideas que fulguran como estrellas errantes. A veces, incluso, el viajero recibe premoniciones o visiones de alto simbolismo, mensajes que se imprimen como sellos divinos en el libro de su vida.
Al igual que en la piscatio, hay jornadas infructuosas y otras colmadas de abundancia. La clave, empero, yace en dar valor incluso a los detalles más nimios percibidos, como si cada piedra encontrara en su forma el reflejo de la creación. El fascinatto debe entonces registrar estos hallazgos en un codex personalis, un tomo que custodiará como un relicario de sabiduría.
De la Fascinatio y el Angor
Es menester saber que la fascinatio es casi incompatible con el angor (el estado de stressus), pues este es un mecanismo de defensa que cierra las puertas del alma a lo transcendente. En cambio, la fascinación es un ritus deditio, un acto de entrega y abandono al mundus arcanus. Nadie que se halle en actitud de defensa puede abrirse al æther ni rendirse a sí mismo.
De Fluxu Posteriore
Es frecuente que tras el ejercicio de autofascinatio, el alma perciba un flujo continuo de información que puede versar sobre un suceso particular o sobre una pararealitas. Este flumen sapientiae puede extenderse más allá del rito inicial, infiltrando las horas de vigilia e incluso los días subsiguientes. Por esta razón, es vital que el fascinatto preste atención minuciosa a los detallia descendentia, pues ellos aportan claridad al conjunto del misterio desvelado.
Conclusio Mystica
Así, la autofascinatio no es solo un ejercicio, sino una senda hacia lo infinito. Es una puerta que se abre hacia lo desconocido, un espejo que refleja el arcana animae. Solo aquel que transite este sendero con devoción y entrega podrá desentrañar los secretos que aguardan en el æther y convertir la pesca en una danza de comunion con el cosmos.