De Ordiorum Mysteriis
Escuchad, oh hijos del firmamento, pues os revelaré el arcano de los Ordios, seres sublimes que, sin ser dioses, se asemejan a ellos en virtud y potestad.
Custodios del cosmos, los Ordios son los tejedores del Pulsio Vitae, aquel flujo vital que sostiene el orden de todas las cosas. No actúan aislados, sino que, como un enjambre luminoso, se entrelazan y forman deidades en su comunión
¿No son, acaso, tres ordios los que comunan aquel dios que llaman trino?
Ordo in Unitate
Cada Ordio reina sobre un dominio único, su ordo, su esfera sagrada e inviolable. Allí dimana su fuerza, y allí establece la norma que asegura la armonía del flujo vital. Así como los cielos no admiten caos y los astros giran en sus órbitas, cada dominio es regido por la mano invisible de un Ordio. Uno ordena la justicia; otro, la paz; otro, la belleza; otro, el fuego de la esperanza. Algunos son conocidos y venerados, mientras que otros, ignotos, trabajan en las sombras, sosteniendo los pilares del mundo.
Exempla Ordiorum
Considerad al Ordio Vocationalis, quien asegura el flujo de las pasiones arrolladoras que incendian el alma. En su designio, las vocaciones fluyen de los abuelos a los nietos, pues es en esa transmisión que el fuego arde con mayor libertad e innovación. Si este orden es quebrantado, la llama se debilita y la obra del hombre se torna errática y estéril.
Contrastad esto con el Ordio Moralis, que guía el flujo de lo justo y lo injusto. Este ordo se transmite de padres a hijos, y solo en su ausencia, de los abuelos. Pero si esta cadena se interrumpe, el daño es profundo, pues el ordo no admite vacío sin castigo. En oposición yace el Ordio Amoral, cuyo dominio no conoce juicio ni condena; es el amor puro, que no pesa ni mide, sino que todo abraza.
Lex Ordiorum
Los Ordios son implacables en su tarea. Quien contraviene su orden rompe el lex vitae, y el flujo se desvía, dejando tras de sí el desorden, la fractura y la muerte. Por ello, los sabios que buscan comprender la voluntad de los Ordios no luchan contra ellos, sino que fluyen con sus designios, pues resistirse es como pretender que el río invierta su curso.
Ignorantia et Cognitio
Los Ordios no se manifiestan con palabras, sino con actos y señales. Algunos, al ignorarlos, se pierden en la ceguera del caos; otros, al reconocerlos, hallan la senda recta. ¿No es acaso por el Ordio Astralis que las estrellas giran en sus esferas? ¿No es por el Ordio Sensibilis que el hombre percibe la dulzura de la música y la poesía?
Conclusio
Así, os dejo esta revelación, para que, en el misterio de los Ordios, hallemos no solo comprensión, sino también reverencia. Pues en su ordo, como en la danza de los astros y la armonía de los vientos, descansa la clave del Pulsio Vitae que da forma y sustancia a todo cuanto existe.
Fiat ordo et lux perpetua!