domingo, 12 de junio de 2016

Belleza

Mi muy estimada anima de los seres que habitan el universo, como sabe he transitado mil vidas humanas para poder comprender desde dentro y en toda su dimensión a aquel extraño ser que llamamos humano y por quien se ha desvelado innumerables veces.
En virtud de ello hoy le reporto una dimensión nueva y maravillosa, mas, no pudiendo identificarla como correspondería incluso dentro de las propias palabras humanas me limito simplemente a describirla de forma tan clara y cabal como me sea posible.

Aquella dimensión, como decía,  es una pulsión tan vital que solo se presentará dos o tres en toda la vida de un hombre o una mujer y de tal magnitud que sus vidas orbitarán en torno a ella. Sin embargo esta pulsión está tan emparentada con la muerte que yo mismo no pude distinguir con certeza si es la misma vida o la misma muerte la razón de su existencia, mas pareciera lo que creeríamos a todas luces imposible, una extraña cooperación entre ambas.

La primera vez esta pulsión se hace presente en el mismo acto de dar vida, al dolor mas inimaginable que un humano pudiera soportar le sigue el acto de una nueva vida; esa nueva vida no solo mitiga aquel dolor, sino que pareciera subsanar todos los dolores de aquellos que en aquel momento estuvieran presentes. Es un momento de redención donde la nueva vida pareciera tener el poder de invocar todos los dolores para transformarlos.

Sin embargo, no es allí precisamente donde está la pulsion vital que mencionaba, sino en el hecho de todos allí saben que esta presente la muerte quien en un arrebato caprichoso podría llevarse consigo aquel impulso de vida nueva, ¿será el dolor de la mujer su ofrenda a la muerte?, no lo se. Si se que he visto con mis ojos a aquella dama negra dejarse vencer amorosamente por la vida.

He visto esta pulsión presentarse por segunda vez cada vez que el hombre es anoticiado de la inminencia de su muerte, dile a un humano que morirá en seis meses y seis meses esta pulsión vital lo acompañará sin abandonarlo un segundo. En ese lapso el hombre encontrará bello cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo. Se enamorará de todo lo que no se enamoró, invocará cada recuerdo que lo abrace a al vida y se aferrará a ellos como quien estuviera por caer a un abismo.
En ese mismo tiempo contemplara su vida, sus hijos, su pasado y los abrazará apasionadamente.

Sin embargo la promesa de la muerte no siempre se cumple, como si existiera una extraña complicidad con la vida, en tal caso el humano ya no será el mismo y habrá cambiado de tal forma que las cosas materiales habran perdido un esclavo y la vida misma habrá ganado un aliado.

¿Obra de quien es esto, de la vida o de la muerte?, yo no lo se y no logro resolverlo, por eso lo dejo a la infinita sabiduría de su merced.

Finalmente la muerte, en la certeza de su victoria, permite al humano un ultimo expiro y ese soplo es todo y en si mismo aquella pulsión vital, como si perteneciera a este mundo y no pudiera ser llevada.
En ese soplo breve el humano se reconcilia con el mundo y le ofrenda en un suspiro todo cuanto el mundo le ha dado, sus amores, sus hijos, sus amigos, el recuerdo de las miradas de los seres amados, las caricias, la imagen de una tarde en el río o dos manitas tomadas de su cuello.

Todo lo que ha sido vida queda en ese ultimo soplo, y así el humano se retira en paz.


No he logrado en todas estas vidas descifrar este misterioso pacto entre la vida y la muerte, ¿quien gana, quien pierde? tal vez pueda usted, Anima de los seres, decírmelo porque yo no puedo decírselo a usted, ni he encontrado nombre apropiado para describirlo, si se que por la sola nueva experiencia de esta pulsión vital volvería a nacer y a morir mil veces mas.