viernes, 14 de agosto de 2015

Sobre la vanidad de la vida.

Ay Muerte!
tristeza infinita!
angustia negra!

No te veía desde los tiempos de tertulias
en taperas y cementerios.

Mas de uno quedaría seco de un soponcio en tu presencia.
Si hasta yo desperté sudado.

No soy tu mensajero pero a un amigo siempre se le hace un favor.

Has venido solo para decirme
que recuerde a los vivos
que nadie ha hallado jamas tan bella a la vida
ni tan luminosa, ni tan deseable, ni tan placentera

como aquel que ha sentido tu mano sobre su hombro.

Amigo, que paradójico!.
Hoy recordé cuanto amo a los míos.
solo porque pasaste a saludar.