viernes, 29 de mayo de 2015

Cuando deje la existencia

Cuando muera, cuando deje esta existencia
Me quedaré un tiempillo cerca, despediré a los míos
Y esperaré hasta que el ultimo hombre entone el ultimo canto
antes de extinguirse.

Recién entonces emprenderé la vuelta
pero antes de irme
cerraré los parpados a la luna
sepultaré dioses y espíritus
galaxias y cometas

Y me sentaré a ver como se apagan
una a una las luces del firmamento

Y cuando no quede nada
o casi nada
antes del fin total
y me quede apenas un hilo de voz (o algo que se le parezca)
diré, para que el universo sepa
y al solo efecto de que me envidie

Que de todo las experiencias
la mas maravillosa
fue la de haber sido humano.

viernes, 22 de mayo de 2015

Copos negros



Siempre me ha parecido, tal vez me equivoco, que los brujos y las brujas tienen particularidades únicas. Las brujas, por ejemplo (siempre hablando de las pocas que he conocido) han sido más de mostrar sus habilidades, emplearlas a menudo y a demanda, para bien o para mal. En general el pueblo sabe donde vive la bruja y todos y cada uno han recurrido al menos una vez, aunque luego se empeñen en negarlo.

Los brujos, en cambio, suelen ser mas reservados, pasan casi inadvertidos y apenas exponen sus fuerzas y sabiduría, como mucho un par de veces en su vida, como si toda ella fuera una preparación para intervenir en uno o dos sucesos.

Este fue el caso de mi padre, no de ahora ni de esta vida, sino de un par de vidas atras. El era un invocador de 'huesos', 'ostes', como le decían antes cariñosamente a lo que hoy llamamos 'ancestros'. Una forma de religiosidad muy apropiada para aquellos que no tenían dioses con nombres, ni querían tenerlos, porque ninguno les caía en gracia.

Con mi familia vivíamos en medio de un sembradío, éramos campesinos de campo ajeno, yo todavía muy chico apenas ayudaba en cuestiones de la casa, pero mi madre embarazada a punto de tener y hasta mi abuela con sus ochenta años pasados acostumbraban levantarse de noche para comenzar las tareas del campo.

Para mi padre los ancestros eran todo, sentía verdadera adoración (con todo lo que significa la palabra) y cada vez que los invocaba, para ciertas fechas especiales, salía al patio, se erguía con orgullo pero sin soberbia, con los pies juntos se quitaba el sombrero y con el se tomaba las manos por la espalda e inclinando la cabeza recitaba los mas o menos cuarenta ancestros empezando por "giulio", "giovanni", "fedora" hasta terminar en nombres impronunciables.

A algunos les agregaba alguna característica, tal el caso de "Anunziatta nonata" o "Cosimo laborioso".

Aquel verano se estaba poniendo temible, con varios meses de sequía los animales se estaban muriendo y el agua se hacía cada vez mas escasa, la que sacábamos del pozo alcanzaba para la familia y algunos animales chicos, pero estaba cada vez mas profunda y exigía cada vez mas trabajo extraerla.

Ese día el viento norte azotaba caliente la campaña, todos en la familia aprovecharon la siesta para recuperar algo de energías luego de una jornada del infierno. Todos menos yo, que me recosté sobre la pared que daba al sur, la unica que todavía se conservaba algo fresca gracias a la sombra de un cedro.

Estaba absorto dibujando cosas en el suelo polvoriento cuando cayo delate mío un pequeño copo negro, del tamaño de una uña, cuando lo quise tomar se deshizo entre mis dedos dejando un oscuro tizne negro, levanté la vista en busca de otros copos negros y vi pasar unos cuantos, dos, tres diez, venían en dirección norte a sur y el viento los traía cada vez en mayor cantidad.

Como estaba sobre la pared sur de la casa me levanté para poder ver de donde venían aquellos copos, rodée la casa hasta quedar con la vista despejada hacia el norte y pude ver unas enormes lenguas de fuego arrasando los campos, en un instante los copos se habían convertido en nubes negras cargadas de virutas encendidas y se podía escuchar un crepitar estremecedor, como si el mismo campo gritara pidiendo auxilio.

Entre a la casa al mismo tiempo que mi padre salía corriendo, 'quedate adentro' me dijo, pero por la ventana lo pude ver desesperado manoteando baldes y soltandolos para ir a liberar los animales, corriendo en distintas direcciones para volver sobre sus pasos sin saber bien que hacer, imagine yo que la unica salida sería huir atravesando el campo, pero con mi madre embarazada y la abuela nos veríamos en medio del fuego antes de alcanzar a cruzarlo.

En cuestion de minutos se había hecho demasiado tarde, los postes, los corrales, el galpón, todo estaba tomado por el fuego, los animales corrían desesperados y hasta la partes alta del los arboles que rodeaban la casa estaban cubiertos de pequeños focos encendidos.

Apoyado de manos sobre el alfeizar busqué con la vista a mi padre, a quien vi parado, inmovil mirando la casa, no había mucho por hacer, ni por donde salir, cruzamos una mirada que me parecio de despedida; así como estaba, el se dió vuelta mirando al norte en dirección del fuego, juntó los pies, irguió su espalda, quitose el sombrero y juntó sus manos en la espalda para luego inclinar su cabeza.

Yo cerré los ojos porque no quería ver, intuyo que el hizo lo mismo.
No se cuanto habrá pasado, tal vez el tiempo que uno tarda en darse cuenta que la muerte ya no le está encima, lo pude ver entrar por la puerta en dirección de mi madre y mi abuela y vi por la ventana que el fuego nos había rodeado, sin tocarnos, para seguir su camino. En dirección al norte solo quedaban algunas mechas humenates y un paisaje ennegrecido.

Cuando vi alejado el peligro salí corriendo y me paré en el mismo lugar donde el había estado un rato antes enfrentando al fuego, bajo mis pies todavía quedaba hierba verde y la linea de cenizas describía un límite perfecto delante mío y varios metros hacia cada lado, quiero imaginar yo, que es el espacio en que cabrían unas cuarenta personas una al lado de la otra.

Un día pregunté a mi abuela porque mi padre ocultaba ese 'poder' como yo gustaba llamarle, ella me dijo que la gente del pueblo le teme a ciertas fuerzas que desconoce, y que el temor, cuando se apodera de la gente se vuelve aun mas arrasador que el propio fuego, 'tu padre lo sabe bien', me dijo 'y por eso es mejor que algunas cosas no se cuenten'.




"La Memoria de los Brujos" Todos los derechos reservados.

martes, 19 de mayo de 2015



Creo enormemente en la magia y en el mago; en la capacidad de, en un mínimo acto, cambiar el rumbo de los acontecimientos, en la posibilidad de dejar una huella sin mover un dedo, de generar sucesos imborrables o de crear mundos sobre los espacios vacíos. Un momento mágico es un momento que cobra vida propia para hacerse un lugar en la historia. Una palabra mágica hace que el mundo empiece a girar para otro lado. Pensar mágicamente es, donde otros ven solo cosas, ver las relaciones entre las cosas y disponerlas, modificarlas, intervenirlas para generar nuevos sucesos y nuevas relaciones.