domingo, 7 de junio de 2015

La bruja Paduan



Cuando era pequeño y los niños del pueblo de San Benito nos juntábamos bajo de algún arbol para contarnos historias de terror, solíamos hablar de Doña Paduán.

Doña Paduán era la bruja del pueblo por excelencia, de ella se decía que poseía un libro de magia negra, libro  que muchos intentaron obtener para su destrucción sin éxito.
Ella, se decía, acostumbraba a internarse en la campaña en las noches de luna llena, para transarse en duelo con el mismísimo demonio, el que se le aparecía con forma de bestia animal, entonces ella se desplegaba en una mezcla de danza y lucha, saltando y gritando por horas hasta caer agotada.

Durante el día doña Paduán no era como cualquiera, por su escasa sociabilidad y sus ideas librepensadoras se había ganado la enemistad del párroco, quien no dudaba en atribuír la culpa de todos los males del pueblo a los artilugios mágicos de la bruja.

Una noche de esas de plenilunio, varios varones nos dimos cita a la salida de pueblo, ocultos tras algunas ramas verificamos que, tal como se decía, ella salió en dirección de un monte arbolado, lugar de la cita con diablo. Como un cosa lleva a la otra, si ella salía al campo con la luna llena, significaba aquello confirmación de la veracidad de todo lo que sobre la bruja se había dicho.

Pasaron los años y yo me olvidé de doña Paduán, un día me apareció una enfermedad y una prescripción médica atípica...caminar una hora por día todos los días.

Allí, más por necesidad que por convicción, me interne por las trazas de la campaña, casi siempre cuando empezaba a oscurecer que era cuando salía de la secundaria y disponía de algun tiempo para caminar. Al principio me daba miedo la oscuridad, pero a medida que fui ganando confianza mis peregrinajes se extendían a altas horas de la noche.

Especialmente increíbles eran las caminatas en el claro de luna, la luz blanquecina que pone sobre todas las cosas apenas una veladura de claridad hacía que el aire se impregne de misticismo. Así que comencé a desear las noches de plenilunio, a esperarlas y a celebrarlas.

Seguramente quien a estado a solas con ella coincidirá que no todas las fases son iguales, la luna, solo cuando esta llena adquiere personalidad y en la soledad deja de ser luna para ser y hacerse compañía.

A los pocos meses solo esperaba esas noches especiales para salir al campo, allí le supe cantar y contar todos mis secretos y problemas, me quedaba horas solo disfrutando de su compañía y era común cerrar los ojos y escuchar su voz con palabras tan blancas como su luz.

Al punto que una noche creí enloquecer cuando me sentí enamorado, y creí que aquella relación anormal me conduciría al hospicio y la locura, por un instante, apenas un instante, tuve la convicción intima, total y profunda que aquella luz también me amaba, apenas un instante despues tuve la misma convicción que eso era imposible.

Un tiempo despues nos mudamos a la ciudad, la luna en la ciudad no es la misma, es cierto que la busqué en plazas y parques pero sin coneguir la magia que encontraba en el campo, intenté salir de la ciudad pero un par de intentos de robo y unas corridas me indicaron que no era la mejor idea. Asi, como todo amor adolescente fue dando paso a otros sentimientos.

Después me enamoré, de una chica de carne y hueso, que también supo escuchar mis canciones y mis secretos.

Hace un par de años volví a escuchar de Doña Paduán, la hallaron sin vida bajo unos arboles en la zona de campaña de San Benito, mi primer reacción fue pensar que seguramente seguría con sus tratos demoníacos aunque pronto me pareció escuchar aquel susurro lunar pidiendome silencio.

¿Y si doña Paduán no fue sino una amante de la luna?, yo también me había enamorado así alguna vez, tal vez, lo mío mas inmaduro y pasajero.

¿Y si doña Paduán finalmente murió en los brazos de su amada?

Sentí entonces un profundo respeto y hasta alguna envidia, sentí que aquello era una linda historia, la de una mujer que supo amar a su manera y hasta la muerte. Tal vez la primer pagana por estos lares.

A veces me pregunto si se seguira contando la historia de doña Paduan entre las tertulias infantiles, ¿incluirán esas historias a un loco que cantaba como un animal las noches de luna llena?, no creo, tal vez ya haya nuevos y nuevas enamorados y enamoradas de su luz que hacen revivir aquellas  historias brujeriles.







viernes, 5 de junio de 2015

El pensamiento del bosque

El bosque piensa, siente, 
no como piensa el hombre sino como piensa el bosque.
 
Con otros tiempos, 
otras pausas, 
otras formas.
 
Por encima de la tierra se teje una dinámica, 
por debajo otra, 
aparentemente mas compleja, mas 'neuronal'.
 
Alguna vez sostuvimos que pensar, sentir, 
eran facultades exclusivamente humanas, 
pero sin dudas que eso que llamamos inteligencia y conciencia 
tienen su origen mucho antes, 
cada vez que la naturaleza se asoció para sobrevivir.
 
Andar la tierra, pararse sobre ella, 
no es ubicarse en un lugar entre el suelo y el cielo, 
sino hacerse parte de un pensamiento.