Yo creo en la magia et en el mago,
en la virtud de trocar el curso de los días con un gesto menudo,
en la llama que, desde un soplo breve, enciende los cielos.
Creo en los fechos que parécen menudos
mas resuenan en los siglos como tañidos de campanas;
en las huellas que no son vistas mas hincan hondas raíces
en las arenas del tiempo, sin que mano alguna las trace.
La magia es el soplo divinal que anima al mundo,
las palabras que vuelven al astro a mirar otros cielos,
las manos que forjan reinos en el vacío del aire.
Es un momento que despierta de su yermo letargo
y deviene canto eterno,
un rumor que nunca ha de fenecer.
Una verba mágica, un gesto encantado,
es la savia que mueve las esferas celestiales,
es el aliento que muda el rumbo de los siglos.
Pensar mágicamente es alzar la faz
donde otros tan solo yerguen los ojos,
es ver las cuerdas que atan las cosas,
tejidas como hilos de plata en tapices de oro.
Es ser maestre del destino, alquimista de la fortuna,
domar el caos para que brote en orden nuevo.
Es osar trovar en el silencio,
pintar con fuegos sacros et murmullos sutiles
un universo que aún duerme en su germen.
Aeralis