jueves, 3 de noviembre de 2016

Los antiguos magos

Lo que antes era un mago hoy seguramente sería un estafador o embustero, un ilusionista en el mejor de los casos, pero antes, en una realidad donde abundaba la credulidad un mago era un ser particular, en el sentido de que traía magia al mundo.

Un mago antiguo moría con sus secretos y nunca revelaba siquiera que se trataba de ilusión, podía morir defendiendo que lo suyo era un poder real, y la gente lo creía.
En cierto modo era un techie moderno, estaba al tanto de las nuevas ciencias, de las tecnologías, los nuevos materiales y sus efectos, el arco voltaico, la inducción, la alquimia, la química todo aquello con lo que pudiera recrear una ilusión. Pero también los trucos matemáticos, aquellos donde la realidad parece torcerse, donde 10 panes se reparten a 10 personas pero milagrosamente sobra uno.

Así (ubicándonos imaginariamente en aquella realidad), un mago antigüo reinaba sobre las fuerzas, y las fuerzas le obedecían, hacía aparecer objetos de su mente, se bilocaba, dominaba el fuego, los rayos, hacía levitar cosas o hacía una bola de fuego con la energía de su mente. Transformaba palos en víboras o modificaba el curso de un río.
Pero además eran seres miticos, el que no había sido parido de la cruza de un dios y una humana había nacido en la alineación de los planetas bajo el signo de aries, otro habría sido arrojado a un volcan donde aprendió a dominar el fuego y otro habría sido amamantado por la misma Osiris.

Una lectura sobre la historia nos mostraría que ellos están allí escondidos, incluso en la historia de las religiones y sus trucos aun hoy son defendidos como verdaderos por los creyentes, se me ocurre por ejemplo el ectoplasma del espiritismo. No importa cuantos escépticos lo hubiesen rodeado, el mago sabía y sabe que el mito y la fascinación son mas fuertes, si la verdad va de a pie el mito corre al galope, y a cada tranco se hace mas grande y fuerte.

Si hoy no los hay es porque todo se puede saber en unos instantes, porque la incredulidad es regla, pero también porque ciertamente eran muchas veces estafadores y le sacaban mucho dinero a la gente. Pero de verdad a veces pienso que a la realidad le falta algo de magia, de fascinación.